En el día a
día a veces damos poca importancia a esas pequeñas cosas: A las sonrisas de
medio lado, a las miradas, a los escalofríos... Todas esas cosas se van tan rápido
como llegaron.
La gente no
les da sentido, y yo tampoco lo hacía.
Pero
llegaste y todo cambió. .
Cada mirada
se convirtió en un instante mágico, aprovechado al máximo, un instante que
intentaba congelar en el tiempo. Y los escalofríos cobraron sentido. Cada vez
que me mirabas aparecían.
En el fondo
muy poca gente entiende los escalofríos.
Nadie
entiende que son suspiros del corazón, de mi corazón. No entienden que son
impulsos del corazón que, por un instante, intenta por todos los medios que
corra a abrazarte.
Pero nunca
lo hago.
Porque
vivimos en un mundo en el que lo habitual es esconder lo que sentimos. Me
tomarían por loca si de repente te viese y corriese a tocarte. Al fin y al cabo
no me conoces.
Aun así es
increíble cómo una sola persona puede cambiar nuestra forma de verlo todo. Sólo
basta con observar cada sonrisa, cada mirada, cada gesto, para darse cuenta de
que hay tanto que puedo aprender de ti...
Y el día
que esa sensación desaparezca, el mundo será un poco más triste. El día en que
deje de temblar cuando me mires, el día en que mi corazón deje de latir
desbocado cuando te vea, ese día el mundo habrá perdido un poco de sentido.
Porque es el amor lo que le da sentido.
Y sé que
solo soy una persona, una entre millones, pero me haces sentir especial. Haces
que seamos especiales solo con cada mirada. Haces que quiera ser diferente. En
cierto modo, tú me haces diferente.
Y es la
mejor sensación del mundo.
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